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¿Paciencia de santo o resiliencia?

¿Conoces a alguien que de todo lo malo encuentra lo positivo en cada situación? No hablo de los locutores de radio ni de los entrenadores de gimnasio, sino de las personas que te rodean en tu día a día.
Por: Vanessa Ortega

Era tarde, llevábamos 4 horas extras de nuestro horario laboral; estábamos cansados y aún no lográbamos terminar la presentación que teníamos que entregar al día siguiente. Parecía que todo estaba saliendo en nuestra contra pues el archivo se trabó un par de veces, los números no nos cuadraban y había datos incompletos y desactualizados. Algunas personas del equipo salieron de la oficina para despejarse, otros prefirieron dejar la responsabilidad a los que quedábamos, pero había unos cuantos, muy pocos, que sin quejarse trabajaban para terminar el proyecto. ¿Quiénes son ellos? Personas normales pero con una característica fundamental en sus personalidades: resiliencia.

La resiliencia es aquella capacidad para superar y adaptarse a circunstancias adversas. Las personas que cuentan con esta habilidad pueden ver oportunidades donde los demás ven obstáculos; además, resisten la presión y la enfrentan con templanza y optimismo. Específicamente, los trabajadores con esta virtud, son capaces de transformar las situaciones de estrés en oportunidades, pero, ¿cómo desarrollar una personalidad resiliente? Aquí te comparto 5 tips:

1. Sé selectivo en tus pensamientos. Es una realidad que la mente puede ayudarnos a alcanzar nuestras metas o provocarnos desistir de ellas. Detecta cuando tu mente está dando espacio a pensamientos negativos o de derrota y aprende a ponerles un alto. Sólo tú eres capaz de controlar y educar tus pensamientos. No está mal tener pensamientos que te alerten cuando las cosas pueden salir mal, está mal perder la motivación o confianza por este tipo de ideas.

2. Confía en ti. Tus habilidades, experiencias y decisiones a lo largo de tu vida han formado tu carácter. No le restes valor a la persona que eres ni a las metas que te propongas. Confía y trabaja en tus proyectos, en las responsabilidades que te asignan. Quien está seguro de sus talentos no duda de su capacidad de alcanzar sus objetivos.

3. Aprende a vivir la realidad. “Si yo fuera”, “si las cosas hubieran pasado de tal manera”, “si yo hubiera”… Ser consciente del presente te permite entender por qué las cosas funcionan (o no) como “deberían” de ser. Cuanto más aprendes a vivir tu presente, comienzas a comprender que las dificultades son parte del día a día y tus esfuerzos tienen mayor valor.

4. Construye sobre las dificultades. Este punto va ligado con el número 1, pues la única manera en la que puedas continuar a pesar de las dificultades es teniendo una mente positiva. Aprende a ver las derrotas como parte de tu aprendizaje. Recuerda que las experiencias difíciles son las que te han dado mayor conocimiento de la vida.

5. Ni lo bueno ni lo malo es para siempre. Recuerda que todo lo que vives en tu día a día puede marcarte, pero es temporal. Si logras comprender esto, podrás enfrentar los tragos amargos con templanza y darás paso firme en las turbulencias.

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