Hace unos días me encontré con un video en internet sobre una asociación sin fines de lucro que tiene como misión concientizar a los adolescentes de los barrios bajos de Nairobi, Kenia sobre la importancia de respetar el cuerpo de cada mujer, sin importar sus diferencias culturales, raciales y formas de vestir. A los hombres, por medio de pláticas, se les explica sobre la dignidad de las mujeres y a ellas, por su parte, se les enseña a marcar límites de forma verbal para aprender a decir “no” y de forma física reciben clases de defensa personal en caso de que las palabras no sean suficientes para detener un ataque. El primer resultado sobre la campaña en Nairobi ha sido positivo, ejemplo de ello es que las intervenciones de testigos ante una violación subieron del 26% al 74%.
Esta nueva ola de esfuerzos por concientizar a la población más joven sobre los derechos humanos me hace pensar que todavía buscamos oportunidades para cambiar el rumbo que parecía llevar la humanidad hacia la violencia. Lo más interesante de esto es que estos esfuerzos se alinean a una misma premisa: la educación con causa.
¿Será que en algún momento de la historia habremos desistido de educar conscientemente a nuestras generaciones para reducir la educación a meras acciones prohibitivas como “no robarás” o “no violentarás”? Lo que es un hecho y que se está comprobando, es que la educación con un propósito tiene un mayor impacto, pues humaniza los problemas sociales y da valor a las personas sin importar su origen o género.
La verdadera educación está en la comunicación
El experimento en Nairobi demuestra que por medio de la comunicación y el conocimiento, los jóvenes se sensibilizan más con los temas sociales. No sólo se trata de hablar sobre actos y consecuencias sino de responder dudas y fomentar el diálogo y la participación activa.
Si queremos paz, habremos de educar y concientizar a nuestras futuras generaciones sobre los derechos humanos, darle el justo valor a nuestra sociedad y, ¿por qué no? concientizarnos a nosotros mismos sobre los problemas que vivimos y lo mucho o poco apoyo que podemos aportar para contrarrestarlos.