Desde que despertamos nos topamos con factores externos que provocan en nosotros rechazo a lo que estamos viviendo. Imagínate, a las cinco de la mañana a tu vecino se le ocurre madrugar para hacer su clase de crossfit con música y pesas incluidas azotándose en la alfombra, ¿cómo no te vas a enojar?
En su libro “Inteligencia Emocional”, Daniel Goleman explica que los sentimientos que atribuimos a cualquier situación de nuestro día a día son una elección de nosotros mismos; es decir, el coraje llega hasta donde nosotros lo permitimos. Como el término bien lo describe, la inteligencia emocional es un equilibrio entre la razón y el sentimiento, la armonía entre la parte intelectual y la emocional.
Ante los conflictos con terceros, la inteligencia emocional ocupa un lugar especial, puesto que de ella depende la rapidez, permanencia y manera de solucionar el problema. Las personas con un alto nivel de este tipo de inteligencia pondrán en una balanza varios elementos antes de tomar una decisión, mientras que las personas con poca inteligencia emocional tomarán una decisión apresurada y basada en la emoción que muy probablemente haga más grande el problema.
Con esto no me refiero a que enojarse está mal, simplemente es una reacción ante un estímulo negativo que percibimos; el aprendizaje está en no permitir que ese enojo crezca o modularlo para que no trascienda.
Por eso, aquí te comparto 3 tips para desarrollar tu inteligencia emocional:
1. Reconoce tus emociones. Tristeza, angustia, dolor, incertidumbre.. a veces pensamos que las emociones se definen en feliz o enojado, pero la realidad es que hay un sinfín de sentimientos que pueden describir con mayor puntualidad nuestro estado de ánimo. Es importante reconocer lo que sentimos para saber cómo trabajar en ello. Nuestra naturaleza humana nos permite experimentar con nuestros sentimientos, lo importante es encaminarlos hacia pensamientos y acciones positivas.
2. Expresa tus emociones. Pareciera que nuestra sociedad no nos permite expresar nuestras emociones. Si alguien está muy feliz entonces esa persona es muy “intensa”, si alguien está triste entonces es “depresivo”, pero si al contrario, está enojado entonces es “enojón”. Las etiquetas no nos permiten explorar nuestras emociones y compartirlas con nadie más, pues a nadie le gusta ser categorizado. Date la oportunidad de expresar tu sentir de forma calmada y razonada y poco a poco aprenderás a demostrar tus emociones con equilibrio.
3. Date tiempo. Dicen que el enojo llega más rápido que las malas noticias y en el caso de la inteligencia emocional el tiempo es el mejor aliado. Primero que nada debes saber que antes de dar una respuesta o responder a una situación, tienes todo el derecho a pensar bien tu decisión. La presión ante estas situaciones sólo provoca que te dejes guiar más por la emoción que por la razón.
La clave para forjar nuestra inteligencia emocional es entender que la reacción que tenemos hacia los problemas es voluntaria. Si aprendemos a modular nuestros sentimientos y a no actuar por impulso, sino por la razón, los lazos que formemos con la gente que nos rodea serán más sanos.